Vengo ansiosa de la tarde
apresando tactos que flotan en la brisa
-saliva ajena-
perlas de río que me palpan
y se mezclan con el sudor que germina
en mi piel famélica e inquieta
-aguas que crecen y se rompen
indagando a que saben sus auroras-
Arrastro un canto que quiere desatarse
entre sus cejas y la curva de mis senos,
fuga infinita en la sombra de su espalda,
depresiones y llanuras
son ofrendas que se anegan
Ven y sáciame el calor que me circunda
y enajéname de la sed que te avasalla
No me culpen si escalo las almenas,
presurosa, detrás de sus tormentas.
Si abandono mis sandalias en pos de sus aromas,
de su brazo que me envuelve en su dominio,
de su lengua que subyuga toda calma
-humedad que me empapa las ideas,
y destierra del reloj toda certeza-
Es que vengo ambiciosa de sus ganas,
bebiéndome su celo gota a gota,
bañada en temblores
y exudando prisas
Desgarradas las represas,
soy una avalancha que se vierte
sobre la lejanía de sus horas
domingo, 26 de octubre de 2008
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