Ella era la montaña
Eterna y aparentemente impávida,
sometiendo la ansiedad del desvarío
Él era la lluvia,
inesperado en su caída,
persistente y variable en sus caricias
Unas veces se acercaba sigiloso como bruma,
y en ese instante
la piel de la mujer se erosionaba
con el filo de sus dedos
y su boca
Otras,
amenazaba desde lejos
como nube tormentosa,
azotando sus cumbres y laderas,
alimentando el caudal de sus mareas
Entonces ella imponía la defensa de sus rocas,
y se asentaba fuertemente a la llanura
negándose ,
-torpemente-
a dejarse avasallar en la batalla
miércoles, 22 de octubre de 2008
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